Los conceptos de identidad y narcisismo son los que mejor definen la comprensión del proceso adolescente. Y es que en el tránsito, el joven experimenta distintas pérdidas.

La adolescencia es un periodo crucial en la vida, supone una crisis emocional y de identidad importante, conlleva pérdidas y logros, y se manifiesta con episodios de tristeza, ira y aflicción que inundan a los jóvenes. Si echamos la vista atrás, quizás no recordaremos gran cosa de aquella época, pero durante la adolescencia el joven atraviesa una crisis de identidad muy compleja para él, en la que es fundamental que permanezca sustentado por un adulto. Ya no es un niño, pero tampoco es un adulto. La pregunta a la que los preadolescentes necesitan respuesta: ¿Quién soy ahora?

Durante esta etapa los sentimientos son ambiguos, navegando entre la posibilidad de experimentar mayor autonomía y la seguridad que le provee el ser dependiente de sus padres. Conviven en ellos, tanto el deseo de diferenciarse, para desarrollarse y poder construir una identidad adulta, como el miedo por todo lo que van a perder. Es por ello que en esta etapa el trabajo que tiene que hacer un adolescente es complejo, contradictorio y puede resultar doloroso, de ahí que debamos entender, comprender y ayudar a nuestros jóvenes a gestionar los sentimientos de rabia, tristeza o culpa que puedan experimentar, a la vez que ayudarles a despertar el deseo y la alegría por convertirse en personas con identidad propia.

ADELA MARTÍNEZ GÓMEZ